viernes, 11 de noviembre de 2016

MUERTE DE UN POETA



LEONARD  COHEN (1934-2016)

Ha muerto el músico canadiense Leondard Cohen a los 82 años. Ahora que presentaba nuevo disco, You want it darker. Justo me encontraba leyendo un libro sobre su biografía, sus inicios como poeta, sus mujeres, sus religiones y sus inspiraciones (Everybody knows, Harvey Kubernik, editorial Blume). Me encantaba la música de Cohen, tanto la del principio como la posterior, con esa voz grave y profunda (¿Quién no recuerda First we take Manhattan). Era lirismo puro, canciones preciosas. Nunca olvidaré Suzanne, Halleluyah So long Marianne, o esa delicia llamada Take this Waltz. Y es que Leonard Cohen adoraba al poeta Federico García Lorca y compuso esta canción basándose en el poema Pequeño vals vienés de este último. Ahora que se habla tanto de la polémica sobre el novel de literatura a Bob Dylan, yo no habría tenido ninguna duda si se lo hubieran dado a este gran poeta y cantautor, y a sus grandes creaciones, tanto en forma de libros, poesía o canciones. 



PEQUEÑO VALS VIENÉS
  

En Viena hay diez muchachas, 
un hombro donde solloza la muerte 
y un bosque de palomas disecadas. 
Hay un fragmento de la mañana 
en el museo de la escarcha. 
Hay un salón con mil ventanas. 
¡Ay, ay, ay, ay! 
Toma este vals con la boca cerrada. 

Este vals, este vals, este vals, 
de sí, de muerte y de coñac 
que moja su cola en el mar. 

Te quiero, te quiero, te quiero, 
con la butaca y el libro muerto, 
por el melancólico pasillo, 
en el oscuro desván del lirio, 
en nuestra cama de la luna 
y en la danza que sueña la tortuga. 
¡Ay, ay, ay, ay! 
Toma este vals de quebrada cintura. 

En Viena hay cuatro espejos 
donde juegan tu boca y los ecos. 
Hay una muerte para piano 
que pinta de azul a los muchachos. 
Hay mendigos por los tejados. 
Hay frescas guirnaldas de llanto. 
¡Ay, ay, ay, ay! 
Toma este vals que se muere en mis brazos. 

Porque te quiero, te quiero, amor mío, 
en el desván donde juegan los niños, 
soñando viejas luces de Hungría 
por los rumores de la tarde tibia, 
viendo ovejas y lirios de nieve 
por el silencio oscuro de tu frente. 
¡Ay, ay, ay, ay! 
Toma este vals del "Te quiero siempre". 

En Viena bailaré contigo 
con un disfraz que tenga 
cabeza de río. 
¡Mira qué orilla tengo de jacintos! 
Dejaré mi boca entre tus piernas, 
mi alma en fotografías y azucenas, 
y en las ondas oscuras de tu andar 
quiero, amor mío, amor mío, dejar, 
violín y sepulcro, las cintas del vals.
Federico García Lorca


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