sábado, 15 de octubre de 2016

RELATO POR ENTREGAS

MUERTES COLATERALES

CAPÍTULO I


Mi mujer estaba cada vez más inquieta. Era algo natural, por otro lado. Tres asesinatos de mujeres en la misma localidad en el transcurso de un mes, no era algo habitual. Y tampoco la forma en la que habían sido encontradas.
A parte de los detalles físicos, que preferiré omitir en mi relato para no herir personalidades demasiado sensibles, los cuerpos siempre ocultaban una nota en alguna parte de su anatomía. Ya sé que están pensando que el asesino dejaría sus avisos en la manos de sus víctimas o incluso en la boca. Pero a veces,  los policías y forenses tenían que hacer grandes esfuerzos por encontrarlas. Como se imaginarán, esas notas querían decir algo, eran pistas por así decirlo. Habrán escuchado decir mil veces que todo crimen tiene un objetivo o un "móvil" dentro de la mente del asesino. Y este no iba a ser diferente.
Las mujeres eran dos prostitutas y una vecina del barrio. Tres personas jóvenes que rondaban los treinta años. No habían sido agredidas sexualmente, y la única señal de violencia era la herida mortal que les había producido un objeto contundente, romo, asestado con rotunda violencia sobre su cabeza.



Las tres habían sido encontradas en el bosque contiguo al barrio, adentrándose un poco desde la carretera nacional, aunque no había indicios de que el asesino quisiera que los cuerpos no se encontrasen. No en vano, ya hemos hablado de las notas que contenían. Estas notas aludían siempre a lo mismo. Eran notas vulgares, sin estilo, pero es que las amenazas o las advertencias no tienen porque ser elegantes. Solo sirven a un propósito: informar. Éstas decían más o menos lo siguiente: "el silencio es una virtud", "en boca cerrada no entran moscas". La última no recuerdo que decía, pero iba en la misma línea. Habían sido escritas a ordenador , con letra Times New Roman, la más habitual, tamaño catorce.
Había muy pocos indicios, y por lo tanto ninguna pista de quien podría ser el asesino, si bien se había decretado secreto de sumario.
Ahora es cuando se preguntan por qué, si se ha dado este hecho, conozco tantos detalles de los crímenes. Efectivamente, es lo que figuran, yo soy policía. Y el asesino.
*        *        *

Estoy desolada. Miriam era mi mejor amiga. Pasábamos juntas casi todas las tardes, ya que las dos éramos desempleadas, y no teníamos muchas cosas en qué gastar el tiempo.



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